Los Templarios

viernes, 13 de marzo de 2009

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Quizás alguien se pueda preguntar qué puede tener de paranormal una institución como a la que me referiré. Pues dentro de la definición de lo paranormal se encuentran al menos los hechos que rodearon a esta organización con características del ocultismo o esoterismo, vale decir, un cúmulo de conocimientos, enseñanzas, tradiciones, doctrinas, técnicas, prácticas o ritos de una corriente religiosa o filosófica, que son secretos, incomprensibles o de difícil acceso y que se transmiten únicamente a una minoría selecta denominada iniciados, por lo que no son conocidos por los profanos. El esoterismo se refiere a toda doctrina que requiere un cierto grado de iniciación para estudiarla en su total profundidad. Así, contrario es, el conocimiento exotérico, que es fácilmente accesible para el público común y es entregado libremente. Dicho esto ahora uno debería preguntarse quiénes fueron estos misteriosos guardianes de lo oculto, qué secretos escondían, qué conocimientos resguardaban y con qué objetivo. Trataré de basarme en investigaciones de su historia y de sus mitos para poder explicar de la mejor manera la envergadura de lo que fueron, o que aún son.

1308, Francia, Chinon, diócesis de Tours, entre el 17 y el 20 de Agosto se escribió un pergamino, el “Pergamino de Chinon”, que recoge los actos del juicio inquisitorio que se realizó en esta ciudad en contra de la controversial Orden, que finalmente terminaría por destruirse, aquella Orden, que había sido fundado en 1118. Curiosamente, 700 años después es publicado por el Vaticano este documento secreto, el 25 de Octubre de 2007, con el nombre de "Processus contra Templarios", edición rigurosamente limitada a 799 ejemplares con un valor de 5900 Є cada uno.

Los Caballeros Templarios o La Orden del Temple fue una Orden medieval de tipo religioso-militar atribuida de añadiduras legendarias nacida después de la primera cruzada con su propósito original junto con los Hospitalarios (o Caballeros de St. John) de escoltar las vidas de los cristianos que peregrinaron a Jerusalén luego de su conquista. Fue fundada en aquella ciudad en 1118 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payens. En sus inicios su denominación oficial fue Orden de los Pobres Caballeros de Cristo pero más tarde fueron conocidos comúnmente como Caballeros Templarios o Caballeros del Templo de Salomón, denominación surgida al recibir autorización de instalarse en una parte del antiguo templo de Salomón. La nominación de Orden del Temple es la traducción al francés del nombre en latín, siendo muy extendida dados los amplios lazos Templarios con Francia. Se dice que el Conde de Champagne mantuvo de algún modo contacto entre San Bernardo y los templarios de Jerusalén, y se sabe que lo denominaban como el décimo caballero que fundó la Orden. Fue aprobada oficialmente por la Iglesia Católica en 1129, la Orden del Templo creció velozmente en capacidad y poder. Los Caballeros Templarios utilizaban como característico un manto blanco con una cruz roja dibujada. Se hallaban entre las unidades militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los integrantes no combatientes de la Orden desarrollaron una compleja estructura económica en el mundo cristiano, creando nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco y edificaron una serie de fortificaciones por todo el Mediterráneo y Tierra Santa. El hecho de que la Orden naciera bajo el dominio expreso de solamente nueve caballeros y se mantuviera fuertemente así durante un periodo de nueve años, a pesar de los esfuerzos de Balduino I por hacerles reclutar más caballeros, ha dado origen a las historias y leyendas de la Orden que afirman que se establecieron en Jerusalén buscando “algo” que tardaron nueve años en encontrar. Se cuenta que en ese periodo de años que los monjes pasaron en el templo de Salomón, excavaron y encontraron un fabuloso tesoro, que podía ser, desde el antiguo tesoro del Rey Salomón que las crónicas daban por usurpado, hasta el Arca de la Alianza que es leyenda que se hallaba enterrada bajo el templo. También se dice que podría ser el llamado Santo Grial, la copa con la que Cristo usara en la Ultima Cena y a la que se le atribuyen poderes sobre humanos, o que el verdadero “tesoro” no era una copa sino otra cosa y no precisamente algo tangible, posiblemente ciertos conocimientos que estuvieron ocultos en las profundidades de Tierra Santa, ¿la verdadera historia de Jesús y sus enseñanzas?

Las investigaciones de tipo esotérica relacionan por lo general a los Cátaros con los Templarios, una Orden de monjes que la Iglesia destruyó y calificó como herejía y que también plantea numerosas incógnitas. Esta relación se ve reforzada porque ambos grupos tenían su mayor constitución en el sur de Francia. Es probable que Cátaros ingresaran en la Orden, de lo cual existen registros en la encomienda de Másdeu, por ejemplo. Probablemente podría acudirse a un mutuo sentimiento de simpatía en ciertas regiones muy determinadas de Francia o de la Corona de Aragón. Pero, desde luego, puede afirmarse con rotundidad que la generalidad de los templarios no fueron adeptos al catarismo. Investigaciones serias dan una más fuerte relación con otra Orden, La Orden de Sión, hay una leyenda que afirma el acercamiento entre ambas órdenes en Tierra Santa. De hecho se sabe que La Orden de Sión nace a manos de Godofredo de Bouillon en 1090 y que en 1099 instala su sede en Jerusalén. Cuenta la leyenda que ambas órdenes compartían secretos e incluso maestres y que ambas estaban bajo la única autoridad del Papa. De hecho, se cree que los canónigos pertenecientes a la Orden del Santo Sepulcro eran, en realidad, los primeros caballeros de la Orden de Sión que más tarde se iniciarían dentro de la Orden del Templo. Esto llevó a pensar que el brazo armado de la Orden de Sión eran los Templarios. El mito de que ambas órdenes finalizaron sus relaciones en el suceso llamado la “tala del olmo” en 1188 es en realidad una corrupción de otro hecho histórico que en realidad sucedió en Gisors y que se produjo entre Enrique II de Inglaterra y Felipe II de Francia. La leyenda continúa diciendo que algunos de los grandes maestres del Templo lo fueron también de la Orden de Sión y que la Orden estuvo funcionando hasta siglo XX bajo la dirección de maestres como Leonardo Da Vinci o Sir Isaac Newton. Esta última leyenda surge, principalmente, de los supuestos “falsificados” Dossiers secretos de Pierre Plantard. Toda esta confusión proviene, sobre todo, de la identificación entre la histórica Orden de Sión, fundada por Godofredo de Bouillon y el mítico Priorato de Sión, creado por Pierre Plantard. Personalmente pienso que aún no está todo dicho con respecto a esta controversia.

Los “actores principales” de esta “historia” son El Gran Maestre Jacques de Molay, el Papa Clemente V y el Rey de Francia, Felipe IV, el Hermoso, éstos se desarrollan en la “trama” como se explica a continuación. El éxito de los Templarios se halla estrictamente relacionado a las Cruzadas y la pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos de la Orden. Después de veintidós Grandes Maestros de los Caballeros Templarios, a fines del siglo XII, estos quedaron sin peregrinos a quien proteger. Por alguna obscura razón, su último Gran Maestro, Jacques de Molay, elegido el 20 de Abril de 1292, no fue capaz de sobrellevar las vicisitudes de la Inquisición a las que fueron injustamente acusados. Prometió reformar la Orden y ajustarla a las condiciones de la Tierra Santa, pero fracasó. A esto se le sumaron los rumores creados sobre la Orden a cerca de sus secretas ceremonias de iniciación para los discípulos lo que derivó en una gran desconfianza. Para financiar una costosísima guerra contra Inglaterra, Felipe IV pensó en apropiarse de los bienes de los Templarios, la historia dice que Felipe, considerablemente endeudado con la Orden, comenzó a presionar al Papa Clemente V con el objeto de que éste tomara medidas contra sus integrantes. Así como se dice también que este Rey deseaba adquirir “el tesoro” tan celosamente guardado por la Orden, se cuenta que cuando tomó posesión de los edificios del Temple en París, no pudo encontrarlo. ¿Dónde está, pues, ese tesoro, si es que no se encontró? Hay varias opciones: la primera, en el castillo de Arginy, en la región francesa de Beaujolais, donde la tradición dice que el templario Francisco de Beaujeu escondió el tesoro del “Vieux Temple”, y donde los Rosemont, propietarios del castillo desde 1883, hicieron numerosas excavaciones que abandonaron por “miedo”, y donde se han realizado varias investigaciones y reuniones de sociedades secretas, pero donde nunca se ha logrado encontrar nada. La segunda, en el castillo de Gisors, cerca de París. Allí, en 1944, Roger Lhomoy (jardinero) excavó un túnel debajo del castillo, tras el que dice que encontró una capilla románica, con 19 sarcófagos y treinta armarios de metal noble. Comunicó su hallazgo a las autoridades pero nadie le hizo caso. Incluso después, ciertas autoridades arqueológicas le tildaron de enfermo mental. Pero, tesoro o no tesoro, parece ser que en 1964, la zona fue militarizada, controlada por el ejército y fuertemente vigilada. Lo cierto es que tras la disolución de la Orden del Templo hubo un reflote de la moneda de plata francesa. Como es bien sabido, en estas economías medievales, la devaluación de una moneda estaba en proporción directa con la cantidad de metal noble con el que se acuñaban. Ese repunte de la moneda francesa indica claramente que Felipe el Hermoso obtuvo, en las mismas fechas, una enorme cantidad de plata que no pudo obtenerlas de las recientemente agotadas minas de plata francesa, ni tampoco del expolio realizado a los judíos tan sólo tres años antes. Este repunte en la economía francesa coincide contablemente con la caída de los Templarios.
La brusca desaparición de su estructura social dio lugar a numerosas especulaciones y leyendas, que han mantenido vivo el nombre de los Caballeros Templarios hasta nuestros días. Otro dato controversial por su misterio es sobre la flota Templaria anclada en La Rochelle, pues se desvaneció como si nunca hubiera existido. Hay constancia histórica de la existencia de esa flota, pero lo cierto es que Felipe “el Hermoso” nunca pudo echar mano de ella. También existe documentación que afirma que la mañana del 13 de Octubre de 1307, doce galeras con la cruz paté en sus velas partieron del puerto de la Rochelle con rumbo desconocido y que una de ellas fue avistada al norte de Escocia acercándose a tierra firme. El destino de la flota es un misterio. La teoría más factible asegura que la flota se dirigió costeando Inglaterra e Irlanda hasta Escocia, donde a la sazón reinaba Robert Bruce, que estaba excomulgado por el Papa Clemente y cuyos territorios estaban colocados en interdicto. Reino en el que, evidentemente, el rey no tendría muchos reparos en no cumplir las bulas papales y que se hallaba inmerso en una lucha a vida o muerte con Inglaterra, razón por la cual Robert Bruce debería haber acogido con los brazos abiertos a los Caballeros Templarios, que eran expertos guerreros. Se llega a decir que la victoria decisiva de Escocia sobre Inglaterra en la Batalla de Bannockburn fue debida a una carga de Caballeros Templarios. Las teorías más fantásticas llegan a hacerla viajar a América a pesar de las dificultades técnicas de la época. Las supuestas pruebas (en las leyendas de los nativos precolombinos) son, cuando menos, dudosas.

Fue un día de viernes 13 de 1307 y por el plan maquinal del Rey, en que un gran número de Templarios fueron arrestados, inducidos a confesar bajo tortura y posteriormente quemados en la hoguera. Sus Caballeros fueron culpados de herejía, idolatría y perversión sexual. Fueron acusados además de "negar a Cristo, escupir tres veces sobre la cruz y besar los traseros de otros hombres". La explicación de los Templarios fue que esos actos simulaban la clase de humillación y tortura a las que el Cruzado podría ser sometido si fuere aprisionado por los Sarracenos. Se les enseño a abusar de su propia religión solo con la mente pero no con el corazón. A pesar de estas explicaciones, fueron culpados de Perjurio siendo acusados de ejercitar ritos iniciativos que anteponían la Orden a la Iglesia Romana. Esta fecha del viernes 13, se dice, que dio origen en parte a las creencias de la “mala suerte”, aunque este hecho es local de Francia, en muchas otras culturas este número es considerado como maligno.
La monarquía francesa reaccionó desencadenando un auténtico mecanismo de chantaje que obligaría posteriormente al Papa Clemente V al ambiguo compromiso aprobado en 1312 durante el Concilio de Viena: al no poder oponerse a la presión ejercida por el Rey de Francia Felipe el Hermoso, que imponía la eliminación de los Templarios, el Papa eliminó la Orden de la realidad de la época sin condenarla ni abolirla, sino mas bien aislándola en una especie de "hibernación" gracias a un hábil artificio del derecho canónico. Tras haber declarado expresamente que el proceso no había probado la acusación de herejía, Clemente V suspendería la Orden de los Templarios mediante una sentencia no definitiva dictada por la necesidad superior de evitar un gran peligro para la Iglesia, con la prohibición bajo pena de excomunión de continuar usando el nombre y los signos distintivos.
Jacques de Molay, un noble de baja alcurnia de Borgoña, último Gran Maestro de los Caballeros Templarios, después que él y todos los otros jefes de la Orden juraron formalmente su herejía, Clemente V preparó un documento de absolución. El Papa todavía estaba convencido de poder garantizar la supervivencia de la Orden religiosa y militar y eliminar de entre los frailes guerreros la infamia de la excomunión en la que se habían enredado solos al admitir que habían renegado de Jesucristo bajo las torturas del inquisidor francés. Después del acto de penitencia y solicitud de perdón, el Papa escribe la carta de absolución, incluida en el llamado "Pergamino de Chinon". La Orden fue suprimida «con norma irreformable y perpetua» (bula Vox in excelso, 22 de marzo de 1312). En este documento el Papa ordena absolver y no disolver la Orden de los Caballeros Templarios, acto inteligente tomado para castigar pero no eliminar esa Orden importante para la Iglesia. El Pergamino de Chinon es único, de grandes dimensiones (70 X 58 cm.) originariamente con sellos pendientes de los tres legados apostólicos que formaban la Comisión especial apostólica "ad inquirendum" nombrada por el Papa Clemente V. Su estado de conservación es discreto, aunque tiene vistosas manchas violáceas debidas al ataque de las bacterias.

Sin embargo esto no terminó allí. El Rey de Francia continuó insistiendo en castigar duramente a los sospechosos de herejía y blasfemia. Dos años mas tarde y a pesar de la decisión del Papa, Felipe el Hermoso encarceló a De Molay, al tesorero de la Orden, GeoffRey de Charney y al resto de los Caballeros Templarios. El Papa, como bien se sabe, también obtendría su parte del botín al neutralizar la Orden. Éste, que se había reservado el juicio, había decidido condenarlos a solamente cadena perpetua; pero para convencer al pueblo de la justicia de las llamas que se habían prendido en todo el reino, quiso que hicieran una confesión pública de los abusos y los crímenes de los que había acusado a su sociedad. Dos cardenales fueron delegaos para asistir a esta ceremonia. Se llevó a la plaza de Notre Dame de París un estrado donde subieron los dos legados e hicieron conducir a los jefes de la religión del Temple. Se leyó en voz alta la confesión de las abominaciones que se atribuían a su Orden, y la sentencia que les condenaba a estar encerrados para siempre. Al punto se levantó uno de los ministros de Roma y pronunció un largo discurso que acabó ordenando al Gran Maestre que repitiera públicamente las confesiones que había hecho secretamente ante el Papa. Pero fue extrañamente sorprendido cuando ese respetable cautivo, agitando las cadenas con las que iba cargado, se avanzó sobre el borde del estrado con un dominio seguro de sí mismo, y mirando una hoguera que los verdugos preparaban como si tuvieran que quemarlo en el acto en caso de que revocara su primera confesión, dijo elevando el tono de voz: “El espantoso espectáculo que se me presenta no es capaz de hacerme confirmar una primera mentira por una segunda, he traicionado mi conciencia, es hora de que haga valer la verdad. Juro delante del Cielo y de la Tierra que todo lo que se acaba de decir de los crímenes y de la impiedad de los Templarios es una horrible calumnia. Esto es una Orden santa, justa, ortodoxa: merezco la muerte por haberla acusado en la solicitud del Papa y del Rey. ¡Que no pueda expiar este crimen a partir de un suplicio aún más terrible que el del fuego! Solo tengo este medio para obtener la piedad de los hombres y la misericordia de Dios”. De Charney dijo más o menos lo mismo y protestó por la inocencia de sus compañeros, los otros dos de los cuatro prisioneros en cambio confesaron cobardemente sus primeras confesiones. Sería difícil describir el apuro, por no decir, el despecho y la confusión de los legados, que no se esperaban esta extraña escena. Al día siguiente volvieron a deliberar sobre este incidente, hicieron bajar a los acusados del estrado, los entregaron al preboste de París y se retiraron llenos de vergüenza. El rey informado de esta generosa retractación, reunió a su consejo inmediatamente, y el mismo día, 18 de Marzo de 1314, los dos caballeros Jques de Molay y GeoffRey de Charney, fueron quemados vivos a fuego lento en la misma plaza. Los dos mostraron entre las llamas, la misma firmeza que habían mantenido en la plaza de la catedral y sostuvieron más o menos los mismos discursos. Protestaron nuevamente de la inocencia de su Orden y reconocieron que merecían la muerte, por haber confesado ante el Papa y el Rey unos crímenes de los que no eran culpables. Esta constancia sorprendió al pueblo quien mostró unas lágrimas ante un espectáculo tan trágico. Se corrió la voz de que el Gran Maestre, teniendo solo la lengua libre y casi ahogado por el humo, gritó: “¡Clemente, juez inicuo y cruel verdugo! ¡Te cito para comparecer dentro de cuarenta días ante el tribunal del Soberano Juez!”. Algunos afirmaron que al mismo tiempo había citado a Felipe para comparecer dentro de un año. Así maldijo a los culpables de la conspiración. El Papa murió un mes después, de disentería y el 29 de Noviembre del mismo año, el rey se mató por una caída del caballo en una cacería. Más aun, la leyenda dice que De Molay maldijo a la casa real francesa hasta la "treceava generación", justamente la de Luis XVI, muerto en la guillotina durante la Revolución Francesa. Los enemigos de los Templarios aprovecharon este rumor popular para persuadir de que habían envenenado al Papa y al Rey. El encarnizamiento contra esta Orden era tan grande que se le atribuían crímenes, incluso más allá de la muerte.
Un claro ejemplo de mitos o de controversias que se tejen hasta nuestros días es sobre los Francmasones y su supuesto origen en la Orden Templaria. Los Templarios eran cristianos, en cambio en la masonería no hay religión prevalente, es decir que para pertenecer a la orden masónica la religión no es mirada. Como ejemplo, José Martí era masón y era católico, y Gandhi era masón y era hindú. En la masonería una de las leyendas más importantes de la orden masón o Francmasonería se atribuye a Hiram Abif, mítico arquitecto del Templo de Salomón en Jerusalén, la fundación de la Orden masónica. De las distintas ramas y múltiples sistemas a que ha dado origen la divergencia de opiniones que existen con respecto al origen de la Francmasonería, dos han tenido el privilegio de predominar, si no en absoluto, de una manera tan absorbente y avasalladora cuando menos, que durante largo tiempo han hecho enmudecer a todas las demás. Una de ellas es la rama bíblico-simbólico-filosófica que atribuye el origen de la Francmasonería a la construcción del célebre Templo de Salomón y la otra, místico-caballeresca, que concede este privilegio a la no menos célebre y renombrada Orden de los Templarios. Esta última adquirió tal preponderancia durante la segunda mitad del siglo XVIII, que todos los demás sistemas se vieron postergados y reducidos al silencio y la inacción en los principales Estados del Continente Europeo. Grandes y empeñadas controversias se han mantenido durante muchísimos años en pro y en contra de esta Orden y de la verdad de las acusaciones de que fueron objeto. Esta cuestión parecía haberse olvidado ya por completo, cuando a mediados del siglo XVIII, por instigación de los jesuitas según afirman ciertos autores, resucitóse de nuevo esta cuestión, poniéndose formal empeño por parte de muchos en defender la memoria de los Templarios. A fines del siglo XVII, se descubrió en Alemania en el sepulcro de un Templario, muerto antes de la persecución de la Orden, una especie de talismán en el que están trazados varios signos gnósticos, como la escuadra y el compás; la esfera celeste; una estrella de cinco puntas, llamada el pentágono de Pitágoras, adoptado también por los Ophitas, y por último, las ocho estrellas del ogdoade gnóstico. Prescindiendo de las numerosísimas versiones históricas que circulan respecto a tan controvertida materia, es opinión unánimemente admitida hoy por todos los escritores eruditos e imparciales, que la intervención de los Templarios en la Francmasonería, es hija de la fantasía del escocés Miguel Ramsay, creador de los grados de Escocés, Novicio y Caballero del Templo o Templario, en los que por primera vez se lanzó el considerar a la Orden de los Templarios, como fuente y origen de la Francmasonería.



Una copia original del pergamino de Chinon esta guardada en el Archivo Secreto del Vaticano. El pergamino original/original "desapareció" durante tres siglos. Resulta que fue archivado en un lugar erróneo del Archivo del Vaticano, hasta que en el año 2001, una joven investigadora italiana, Bárbara Frale, lo encontró en uno de los miles estantes de la Biblioteca y Archivos Secretos del Vaticano. El actual Papa Benedicto XVI, siendo Prefecto Amerito para la Conservación de la Doctrina de la Fe, decidió hacer publico este documento e incluso dar la posibilidad de ser adquirido, por la módica suma de 5900 Є, como se señala en un comienzo. El Pergamino de Chinon es un demoledor documento que el propio Vaticano saca a la luz. Un detalle muy significativo, que viene a probar lo que durante todos estos siglos han mantenido la mayoría de los historiadores y los propios Templarios, que las acusaciones contra la Orden del Temple fueron falsas y motivadas única y exclusivamente por una conspiración.



Una leyenda cuenta que en París en la zona del Vieux Temple, cuando las noches son oscuras y cerradas, aún se puede escuchar una voz que grita “¡¿Quién defiende al Templo?!”.



Al menos hay cosas que son irrefutables, el resto, personalmente prefiero ser aún más objetivo y abrir mi mente a que la verdad total aún no se conoce, que seguirán las dudas aunque hablen de pruebas tanto de un lado científico como esotérico, será el tiempo el que vaya develando las verdades. Si deseas saber más sobre los secretos de la Orden de los Templarios ve este revelador video documental dividido en 11 partes.

Gracias por sus comentarios.


El Secreto Mortal de los Templarios (1/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (2/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (3/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (4/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (5/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (6/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (7/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (8/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (9/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (10/11)

El Secreto Mortal de los Templarios (11/11)

La Fotografía Post Mortem

jueves, 26 de febrero de 2009

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He decidido comenzar este viaje sin fronteras de esta manera, temas como éstos que aunque no están directamente relacionados con lo paranormal, estarán presentes en este sitio.

Es siempre interesante ver cómo cambian los paradigmas sociales, como por ejemplo el ideal social del siglo XIX que con su eterna añoranza se evocaba a lo medieval y la muerte era vista como algo incluso privilegiado. El “Memento Mori”, "Recuerda que eres mortal", es un concepto que en el Medio Evo se usaba para referirse a la “fugacidad de la vida”, sobre las limitaciones de la naturaleza humana, concepto que se originó en la antigua Roma y la soberbia de sus generales en las batallas, lo que se usó posteriormente también para señalar a las representaciones de difuntos en la historia del arte. En el Renacimiento se retrató con la pintura aplicando este concepto. Según se cuenta, la fotografía de difuntos se origina en Francia, París, con el inicio mismo de este arte visual de captar una imagen con la luz “dibujada” en una superficie. La fotografía Post Mortem fue una costumbre que se desarrolló durante el Romanticismo en que se fotografiaba a los seres queridos que habían fallecido para inmortalizar su recuerdo. Así, como una práctica muy común se retrataban incluso con servicio a domicilio niños, mujeres, ancianos y adultos. Se teoriza que esta costumbre se dio por el hecho de que como la fotografía recién estaba naciendo mucha gente nunca podía retratarse en vida, así demostraban que el familiar muerto era de alguna familia. A medida que avanzó la historia esta costumbre se fue diluyendo por la democratización de la fotografía, quedando solo para personajes con mayores privilegios y para la medicina forense.

Me encantaría dedicarme a este oficio de la fotografía Post Mortem, lástima que ahora sea solo parte del pasado.












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